Esta tarde me he cruzado con un amigo tuyo, nos hemos mirado y te hemos recordado los dos, él porque se ha cruzado con tu hermana y yo porque le he reconocido como tu amigo. En nuestra mirada estabas tú. Te guardo en mi memoria para que sigas vivo y en ocasiones pienso que soy la única que se acuerda de ti ahora que nuestros padres han muerto. Pero a veces, muy de cuando en cuando, me encuentro con un amigo tuyo y nos miramos y sé que en nuestras miradas estás tú y que ese amigo te conoció y te recuerda e imagino que ese día estás presente en sus pensamientos porque se ha cruzado con tu hermana.
Contigo se fue la mitad de mi infancia, la memoria de la niña que fui. Sé que tú completarías y fijarías muchas cosas que yo no recuerdo y también sé que otras que recuerdo no son así y pienso que tú las pondrías en un lugar distinto. Porque la memoria es una gran parte de nuestra identidad, porque cuando la perdemos se va con ella quienes fuimos y, por tanto, una parte de quienes somos.
La memoria, ese lugar de nuestro cerebro que se mueve a partir de impulsos nerviosos, que se vacía o se desborda, que cambia y muta y crea recuerdos y los olvida, es el lugar en el que vives en mí y que me recuerda que un día fui hermana.
Comentarios
Hermoso relato. Felicidades.
Gracias, Kepa.
Esas miradas que dicen tanto…
Esa memoria en la que viven tantos que ya se fueron…
A veces duele el recuerdo, a veces nos acompaña.
Un abrazo, Maite.