En algún post anterior recuerdo haber hablado del famoso crucigrama del New York Times y de cómo una cantidad considerable de gente compra el periódico sobre todo para hacer el crucigrama. Me llama la atención la cantidad de variantes de pasatiempos relacionados con las palabras que se venden en los quioscos: autodefinidos, crucigramas, silabarios, sopas de letras, palabras cruzadas…
La denominación crucigrama proviene del vocablo inglés crosswords (palabras cruzadas), pues se trata de un invento de origen anglosajón. Dicen las crónicas que el primer crucigrama se publicó el 21 de diciembre de 1913 en el suplemento dominical Fun del diario New York World. Estaba firmado por el inglés Arthur Wynn, quien lo llamó word-cross, y tenía la forma de una parrilla romboidal con un hueco en el centro. Tres semanas más tarde, ya en 1914, una confusión tipográfica invirtió los términos y el word-cross puzzle se transformó en cross-word puzzle, denominación que acabó por consolidarse. Se saben pocas cosas de Arthur Wynn, salvo que era hijo del editor del Liverpool Mercury y que emigró a América en 1905, donde trabajó en diversos diarios de la cadena Hearst hasta su muerte en Florida en 1945. Como suele pasar en estos casos, otros muchos candidatos se disputaron la medalla del invento, pero Arthur Wynn ha pasado a la historia como el verdadero padre del crucigrama.
En castellano se llaman crucigramas, en catalán mots encreuats, en francés mots croisés y en italiano parole incrociate o cruciverba, pero la mayoría de las lenguas han producido variantes más o menos sinonímicas y todos, los españoles, los catalanes, los franceses… disfrutamos estrujándonos los sesos para descubrir qué palabra de siete letras es la acertada para llenar el 2 vertical.
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