Me costó mucho comprender por qué no cuidaron de mi hijo sus padres biológicos. Intentaba ponerme en su lugar, sopesar todos los inconvenientes que pudieron encontrarse, la falta de medios económicos, la juventud, quizás un mal momento psicológico… pero por mucho que trataba de imaginar una situación desesperada en la que alguien no cuidara de su hijo, no era capaz. En última instancia siempre pensaba que habría una forma de que alguien cuidara de él, alguien de la familia, los abuelos, unos tíos…; y si fuera una cuestión de dinero, seguro que siempre habría un resquicio por el que poder tirar juntos, sin abandonar al hijo. Está claro que yo era muy ingenua y, aunque no lo creía, todavía no había visto nada.

Sin embargo, ha bastado que mi hijo se hiciera mayor para comprender meridianamente que era de todo punto imposible que él se hiciera cargo de un niño, aunque pudiera engendrarlo (la naturaleza no es tan sabia) o, puestos en el cliché, que una chica como él se hiciera cargo de un hijo. Así debió de ocurrirles a sus padres biológicos, que no pudiendo cuidar de sí mismos mucho menos podían cuidar de un bebé.