La tristeza infinita de Savater desde que perdió a su mujer, Sara, me ha hecho pensar mucho. ¿Cómo es posible que una persona con tantos recursos, con tanto bagaje intelectual se sienta morir sin su compañera? Jamás habría pensado que precisamente él no encontrara consuelo en los libros, los que le gusta leer y los que escribe, o, por decir algo, en las carreras de caballos que tanto le apasionan. Parecería que ese hundimiento ante la falta de alguien fuera más propio de una persona que no tiene más intereses en su vida.
Cuenta, sin embargo, Savater que todo lo hacía por ella, «escribía para que Sara me leyera», y pienso en la fortuna de encontrar ese compañero que te invita a crecer, a ser mejor persona, he ahí el amor como motor y como sentido de la vida.
Añade Savater que ella fue su destino y que cuando un ser humano es tu destino eso es el amor. Pienso que tú eres mi destino pues no busco ningún otro y eres la sal de mi vida. Mis días no tendrían alegría sin ti, mis afanes me parecerían absurdos si no pudiera presumir de ellos ante ti. Solo quisiera no pasar por la experiencia de perderte, como le decía Simone de Beauvoir a Sartre, «no se vaya usted primero, hágame ese favor».
Comentarios
qué guapo; pero sabes creo que ser el destino de alguien es mucha responsabilidad, no te parece? a mi me daría miedo
Por supuesto, totalmente de acuerdo, pero es que también pienso que cada uno es responsable de su propia felicidad. De ahí que ser el destino no implique ser responsable de la felicidad de la otra persona, entiendo que son dos cosas distintas.
Entiendo tan bien a Savater…. cuando tienes un montón de aficiones pero parece que ninguna ya tiene ya sentido, cuando ya no quieres ni leer un libro nuevo porque ya no está él para comentarlo, cuando nada de lo que te cuentan te interesa porque no puedes compartirlo con él, cuando no le puedes enseñar ni uno de los dibujos, ni te cortas el pelo porque ya no te va a decir lo guapa que estás, ni miras un escaparate porque ¿para qué comprarte nada nuevo?….cuando ya no está es cuando te das cuenta de que prácticamente tooooodo lo que hacías era para, por, con, desde, hacia él (creo que casi todas las proposiciones tendrían aquí cabida)
Y cuando seguir viviendo es casi un acto de heroísmo.
Un abrazo, Maite.