Hay textos que son una auténtica tortura para la vista en lo que respecta a su puntuación. Si el punto y coma es una especie en extinción, la coma, por el contrario, es utilizada con profusión y derroche. La coma es un signo destinado a separar, como un fino tabique, las ideas accesorias contenidas en las frases que van entre otros signos. Su empleo es más subjetivo que el de otros signos de puntuación pero un mínimo rigor es indispensable.

Comúnmente es llamada «signo de pausa» y le atribuimos la sencilla tarea de separar expresiones o palabras para que no se mezclen entre sí. Está claro, sin embargo, que su papel no es tan modesto como parece, pues su ausencia o su presencia pueden cambiar por completo el significado de lo que se quiere expresar. Dio mucho juego en su día el titular: Pablo Alborán, reina en la música española, pues debido a esa innecesaria coma venía a expresar que Pablo Alborán era la reina de la música española cuando lo que en realidad quería decir el periodista que lo redactó era que Pablo Alborán reinaba en la música española.

Tengo un amigo que dice que hay quien pone comas como si echara sal, una imagen que me gusta mucho porque es muy expresiva. Y en verdad hay textos que parece que han sido salpimentados con comas, cuyo exceso, como la sal, puede arruinar cualquier escrito.