Algunos entran en clase corriendo, otros arrastran la mochila como si fuera una maleta muy pesada. Hay niños y niñas, todos entre 6 y 9 años. Vienen después de terminar el horario escolar para hacer los deberes. Imagino que también porque sus padres no estarán todavía en casa. A mí me parecen niños pluriempleados pero yo es que soy muy floja con los niños.
Daniel bosteza a ratos y descansa su cabeza sobre el brazo. Daniel, tienes que terminar las restas, venga, le pido, no, no, no puedo, me contesta. Tiene el pelo muy negro y en punta, los ojos negros también, la cara morena y una sonrisa cansada bailándole en la boca. Le gusta mucho el fútbol, es lo que más le gusta del cole. Messi es su héroe. Se ríe de mí porque cuando me reta escribiendo la primera y la última letra del nombre de un jugador, yo no acierto ni la mitad.
Matias es despierto y trabajador, quiere saber el precio de todo y me pregunta si yo creo que él ganará mucho dinero cuando sea mayor. No tengo la menor duda, Matías, viendo lo listo y lo trabajador que eres, estoy segura de que vas a tener una vida genial. Si hace los deberes terminamos viendo un vídeo de un cantante marroquí que le gusta mucho. Matías pregunta esas cosas importantísimas que preguntan los niños y yo me quedo sin palabras cuando quiere saber qué es la locura o si los niños autistas tienen madre.
Ojalá Daniel pueda ser futbolista cuando sea mayor, ojalá Matias tenga un trabajo con un buen sueldo, pero no lo tienen fácil, nada fácil.
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