El árabe es el quinto lenguaje más hablado del mundo con un total de 422 millones de hablantes, de los cuales 293 son hablantes nativos. Es lengua oficial o cooficial en 26 países y una de las seis lenguas oficiales de las Naciones Unidas.
El árabe es la lengua del Corán, el libro sagrado del islam, y la lengua religiosa de 1.700 millones de musulmanes en todo el mundo, muchos de los cuales, dicho sea de paso, no hablan árabe. Si pensamos en el latín, entenderemos mejor algunas de las claves del árabe.
Hay muchas variedades de árabe: una sería la versión clásica del Corán, que es considerada como la más perfecta forma de árabe, y algunos incluso dicen que es el único árabe verdadero; otra sería el árabe usado como lengua oficial, la forma moderna del árabe literario, esta es la forma que se utiliza en los medios de comunicación, los libros, la educación… mientras que para el lenguaje cotidiano, los árabes utilizan sus dialectos, que pueden ser muy diferentes de país a país e incluso de una región a otra dentro de un mismo país.
Cuando el árabe se extendió fue inevitable que recibiera las influencias de las lenguas de los países conquistados, como el latín. Los dialectos de Mesopotamia fueron influenciados por el arameo, los dialectos del Magreb por el beréber, los de Egipto por el copto y así sucesivamente. A lo largo de los siglos, este neo-árabe continuó evolucionando hacia el árabe moderno de hoy. El árabe estándar no existe como lengua materna, se usa en el lenguaje escrito, en los medios de comunicación y en las conversaciones formales mientras que la forma coloquial de los dialectos se usa casi universalmente.
El castellano recoge multitud de términos árabes, como es lógico después de ocho siglos de presencia árabe en la península, uno que me gusta mucho es algarabía, que significa árabe propiamente, aludiendo al nombre de la lengua.
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