El léxico del cuerpo es un recurso muy utilizado en las expresiones hechas o modismos del castellano (y supongo que también de otros idiomas). Empecemos con los dedos, esos que están tan a mano.
Por no tener dos dedos de frente se veía como se veía, con el local cerrado y atosigado por los acreedores. Se lo había advertido su padre, con ese negocio te vas a pillar los dedos, pero él pensó que estaba harto del argumento de la experiencia, que no se chupaba el dedo, y que se iba a enterar su padre. Ahora, sin embargo, daría un dedo de la mano derecha por dar marcha atrás, por deshacer los compromisos que había adquirido. Cómo podía haber pasado, el pub era un negocio que le venía como anillo al dedo. También pensó que los amigos le ayudarían pero se podían contar con los dedos de una mano los que le quedaban. Daniel, su hermano, había puesto el dedo en la llaga al recordarle que no era la primera vez que se metía en un negocio imposible. Levanté el dedo para responderle, pero inmediatamente me di cuenta de que tenía razón, no es la primera vez que estoy a dos dedos del abismo. No puedo pedir a nadie que mueva un dedo por mí, veo que a todos se les hacen los dedos huéspedes cuando me acerco. ¡Serán flojos!
Lo peor de todo es que me sé al dedillo la única salida posible, coger la mochila y poner tierra de por medio, haré dedo como cuando tenía 20 años. Hasta que todo se calme, se olviden y dejen de señalarme con el dedo. Quién sabe, quizás en unos añitos hasta encuentre alguien que me contrate a dedo.
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