Miro sus cejas, intensas, pobladas, y veo las de mi padre. Miro sus ojos y veo los míos. No creo que haya nadie más de mi extensa familia con quien tenga tanto parecido. Mi prima es más tranquila que yo en su hablar, en sus gestos, menos impulsiva, se calla cada vez que la interrumpo y yo me arrepiento al momento de haberlo hecho, pero me cuesta mucho no hacerlo de nuevo.
Apenas nos conocimos cuando éramos niñas, las familias tienden generalmente a reunirse más por parte de las madres y ella y yo compartimos familia paterna. Su padre fue el padrino en la boda del mío. Ella perdió una hermana y yo un hermano. Se ve que hay cosas que compartimos además de la carga genética. La miro y pienso que me gusta encontrar un ser humano con el que comparto la sangre que me corre por las venas. Yo, que crecí pensando que la familia era una estructura patriarcal a evitar, que en mi juventud no quería saber nada de familias, me doy cuenta ahora cómo uno es hijo de su tiempo, cómo está influido por las corrientes sociales en las que crece, por la ideología imperante en los momentos en los que se forma intelectualmente.
Ahora miro a mi prima y siento una infinita ternura por ese ser vulnerable que se me parece. Si un día pensaba que la familia eran en realidad los amigos, pues estos se escogían y aquella no, ahora mi prima va a ser familia por partida doble: por amiga y por familia.
Comentarios
Es cierto, qué entrañable encontrar tantos parecidos en personas con las que apenas has tenido contacto, sospechar que hay unos hilos invisibles que nos unen, recuperar relaciones…..
Encantada de leerte a pesar de esta situación surrealista.
Encantada de saber de ti, Maite, espero que estéis todos bien.
En efecto, estamos en una situación de incertidumbre total, pero también de mucha solidaridad. De cualquier manera, deseando salir de ella.
Un abrazo.