Camila Sosa Villada nació en Córdoba (Argentina). Ha producido espectáculos teatrales y actuado en el cine y la televisión (en varias series). Es también autora de un libro de poemas, La novia de Sandro, de un ensayo autobiográfico, El viaje inútil, y de esta novela. Además de todo esto es una persona transgénero o travesti, como ella misma se define. Porque antes de ser Camila, fue Cristian, un niño que quería ser niña y al que su padre repetidamente le decía «Un día van a venir a golpear esa puerta para avisarme que te encontraron muerta, tirada en una zanja».
Las malas es una de esas novelas que tratan de algo que nada tiene que ver con una y que, sin embargo, atrapa de tal manera la esencia humana, lo que tenemos de semejante, que desde su primera línea sientes que Camila Sosa Villada podría estar hablando de ti. En otro continente, con otra vida, otros deseos y otros miedos, Camila Sosa habla del ser humano que en esencia eres. Aunque diga de sí misma «una geisha comechingona, eso soy».
Habla también del grupo de travestis con los que se encontró en el Parque Sarmiento y con los que formó lo más parecido a una familia que hasta entonces había conocido. En esa familia tiene un lugar predominante La Tía Encarna, una travesti mayor que hace las veces de madre de las más jóvenes. Su papel de madre se materializa cuando decide hacerse cargo de un niño de meses que han encontrado abandonado en una zanja del parque. Le llaman El Brillo de los Ojos y se convierte, ante la crítica social, en la razón de vivir de La Tía Encarna.
Atraviesan el libro amigas de nuestra protagonista, clientes, chulos, agresores, alguien amable (los menos) que, poco a poco, van conformando un paisaje, un grupo en torno al Parque Sarmiento que refleja el desamparo en el que viven y la marginación a la que les condenamos. Una cita para hacernos una idea: «A las travestis no nos nombra nadie, salvo nosotras. El resto de la gente ignora nuestros nombres, usa el mismo para todas: putos. Somos la manija, los sobabultos, los chupavergas, los bombacha con olor a huevo, los travesaños, los trabucos, los callejones, los Osvaldo cuando mucho, los Raúles cuando menos, los sedosos, los enfermos, eso somos.» Atrévanse con ella.
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