Te crees que eres el que lleva los pantalones en esta casa ¿verdad?, pero ¿sabes qué te digo? que eres un calzonazos, un calzonazos sí, toda la vida que si esto y que si lo otro, que si vas a hacer, que si es que la culpa la tienen los políticos, pero la verdad es que eres más vago que la chaqueta de un guardia. Y sí, estoy enfadada, sí, estoy harta más bien, hasta los mismísimos porque no eres capaz de ponerte en mis zapatos ni en los de nadie. De enredar con cualquiera sí, empezar un negocio que no va a ninguna parte con otro liante como tú, que te metes en camisa de once varas y luego no sabes salir.

No sé cómo terminaste la ESO porque eres más corto que las mangas de un chaleco. Después vienes aquí, dile a tu padre que nos ayude, dile a Rita la cantaora que nos ayude. A buenas horas mangas verdes. Pero ¿sabes qué? que ya te conoce todo el mundo, esta ciudad es un pañuelo y aquí nos conocemos todos. Ya puedes ir trajeado o soltando el rollo ese que te sabes tan bien, que aunque la mona se vista de seda, mona se queda. ¿Sabes como decía tu madre que el hábito no hace al monje? Pues eso. Ya podías haberle hecho un poco más de caso a la mujer que mejor te hubiera ido, una santa es lo que era, mira, me quito el sombrero ante ella.

A partir de ahora a mí se me van a pegar las sábanas todas las mañanas, me voy a dar a la buena vida, voy a pasar de ti tanto, tanto que se te van a poner los huevos de corbata. Te vas a enterar de lo que es estar solo y dar la cara, que hasta ahora siempre he estado yo para ir a que nos fíen y a disculpar tus chulerías. Se acabó, pero yo con las botas puestas y la cabeza bien alta, tú hecho un desarrapado y un infeliz. Al tiempo.