En la casa de los sueños cuenta la historia de maltrato sicológico -y a veces, físico- que vivió la autora en su relación con otra mujer. La forma de esta narración traumática es muy original. La novela se divide en cinco partes en las que Carmen María Machado, con un lenguaje metafórico, va exponiendo las etapas por las que ha pasado su relación: encuentro, enamoramiento, agresividad, manipulación y victimismo. En muchos de los capítulos, Machado cita películas, canciones, artículos y novelas que, a través de un análisis subjetivo, relaciona con el abuso y la violencia que ha vivido. Al principio, el libro parece una especie de ensayo mezclado con autobiografía, pero conforme uno avanza, también encuentra capítulos acordes con la novela romántica o una película de terror.
Partiendo de su propia vivencia, la autora hace un recorrido por esos agujeros de la historia, esos sucesos que se esconden o sobre los que no se quiere hablar porque dan miedo o no encajan con los estereotipos. Aquello que se teme sacar a la luz por miedo a que sea una herramienta para el enemigo. En este ejercicio brillante, Machado consigue empezar a iluminar ciertos silencios, sacar a la superficie esas violencias a las que no nos atrevemos a mirar.
Más allá de la autobiografía brillante, hay una tesis en el libro que me ha gustado mucho y me ha parecido muy importante. Carmen María Machado lo explica así de bien en una entrevista: «Al presentar a cualquier grupo oprimido como moralmente impecable, incapaz de ejercer violencia, se le está negando su humanidad, al mismo tiempo que se está dejando desamparadas, solas, en silencio, a las víctimas que, a falta de historias, a falta de archivo que les permita leer y entender lo que les está pasando, se ven abocadas a aceptar la violencia como algo natural. Si no tejemos entre todas un cuerpo de texto, un contexto que posibilite mirar estas historias como corresponde, que permita entenderlas y que nos dé herramientas para nombrar y combatir, estaremos dejando solas a muchas mujeres, a merced, no sólo de la violencia archivística, sino de la social, la cultural, la judicial, y un largo etc.».
Una lectura muy recomendable.
Comentarios