Desi y Yesi comparten barrio, colegio y signo zodiacal. Sus madres son amigas y ambas intentan que las hijas también lo sean, pero la relación entre las dos chicas no fluye. Un buen día, Yesi desaparece. Su familia llena el barrio de pasquines con su foto, la policía la busca con poco éxito. Al principio, la familia espera su regreso, después desfallece, saca las cosas de su habitación, las guarda en un trastero e intenta seguir con su vida. Y un buen día, cinco años después, Yesi vuelve. Muy delgada, vestida con ropas de hombre y en estado catatónico. No cuenta nada, apenas come, no queda en ella nada de la que fue. Ambas madres piden a Desi que hable con ella pensando que es la persona más cercana, que con ella Yesi se abrirá, contará lo que le sucedió y podrán ayudarla, pero no es así, Yesi no tiene ninguna intención de hablar con nadie y menos todavía con Desi.
La estructura del libro es muy curiosa. El primer capítulo viene a contar básicamente lo que acabo de describir y es un relato que escribe Desi en un taller de escritura, de manera que la autora después de meternos de lleno en el relato nos saca y nos deja a la intemperie. En el segundo capítulo, Desi está en la cárcel, no sabemos por qué pero ha debido de ser algo grave puesto que su condena es larga.
Es una historia que te mantiene con la mente ocupada toda la lectura tratando de llenar las lagunas que el libro siembra. ¿Por qué está Desi en la cárcel?, ¿qué es lo que en realidad ha pasado con Yesi?, ¿no serán la misma persona, con esos nombres tan parecidos? ¿Serán gemelas?
No les voy a destripar el final, aunque ya les adelanto que sigo teniendo muchas preguntas. Y sí, la autora es hija del gran Juan Marsé, a quien, según ella misma, le gustó esta historia.
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