A tu hermano le voy a dar calabazas, Yesi, estoy harta de sacarle las castañas del fuego, que siempre soy yo la que termina comiéndose todos sus marrones. No te lo tomes a mal, pero este fin de semana, lo más tardar, le mando a freír espárragos. Tú y yo seguiremos siendo amigas, ¿no? ¿O es que un tío se va a cargar lo nuestro? Vamos, por muy hermano que sea.

Además, es que no da un palo al agua. En el fondo, fíjate lo que te digo, yo creo que no le importo un pimiento, que si no ya movería un poco más el culo. Para mí, fíjate tú lo que te digo, que pretender encontrar un tío como dios manda es pedirle peras al olmo, que tú y yo nos teníamos que dedicar a otra cosa y pasar de los tíos, de verdad, Yesi, que ya es mala leche, que ni tu hermano me salga bien, que es un melón, hombre, que voy a cualquier sitio con él y me pongo como un tomate de la vergüenza que me hace pasar, ahí to esmirriau, como un fideo y sin embargo, la mala uva que tiene, que va a ser por eso que está consumido.

Y, una cosa te digo, no le avises, porque entonces no termino con él ni pa Nochevieja, nos dan las uvas, que el tío desaparece y ya no vuelve hasta que no piense que se me ha pasado, que eso ya me lo ha hecho antes, o se pega una torta con el coche a ver si me da pena y no quiero líos. Se acabó, Yesi, se acabó.

Qué bien escuchas, tía, ¿por qué no habrás salido hombre? O bi, o queer, o lo que sea que se diga ahora.