Como desde los veinte años vivo en San Sebastián, el recorrido por esta ciudad es a veces un recorrido por mi vida. De tanto en tanto, me encuentro pensando aquí hacíamos cuestas cuando entrenaba con el Atlético, en este parque me solía sentar con Martín cuando era un bebé o en este barrio he vivido en tres casas diferentes.
Cuando veo a los turistas mirando fijamente un mapa pienso en lo diferente que es no conocer en absoluto una ciudad o sentir que siempre sabes dónde estás en ella. Saber en qué esquina pega el viento del Norte o que si las nubes aparecen por detrás del Monte Igeldo, mal asunto.
Hay sitios que me han visto correr, enamorarme y soñar. Hay bancos en los que me he sentado con un libro, tiendas en las que he pegado la nariz al cristal pensando si alguna vez podría comprarme lo que exhibían. Muchos sitios han desaparecido: cafeterías, ferreterías, mercerías… y otros han aparecido en su lugar, pero el escenario de la ciudad, sus esquinas, la playa, los puentes, el río… son los mismos en los que jugó mi padre.
A veces pienso que me gustaría vivir en otra ciudad para tener la oportunidad de desentrañarla, de ir conquistándola poco a poco, pienso en lo hermoso que sería que me sorprendiera, que guardara rincones desconocidos para mí y otras veces pienso que es una suerte vivir en un lugar hecho a escala humana en el que se puede ir al monte andando, en el que llego de una esquina a otra en bici.
Y comparto esta ciudad con amigos de toda la vida, con mi extensa familia, con el hijo que vino de fuera y con el que vive fuera. Y nos quejamos todos de lo mismo, qué caros están los pisos, qué asco de tiempo y coincidimos todos también en lo hermosa que es esta ciudad y en la suerte que tenemos de vivir aquí. Nombramos la Zurriola y sabemos que hablamos del atardecer desde el muro, hablamos de la isla y mencionamos algo casi íntimo.
Aquí están enterrados mis padres y mi hermano, la mayoría de mis tíos, dos de mis abuelos… creo que sí, que esta es la ciudad a la que pertenezco.
Comentarios
Gema me ha gustado tu post y me llena de recuerdos, algunos de ellos los puse en
«los Chavales de aquel barrio de gros.
Besos.
Me alegro mucho de que te haya gustado, Joserra, al final nuestros recuerdos están unidos al sitio donde los vivimos.
Un abrazo.