Camila Fabbri es una escritora argentina elegida como una de las integrantes de la lista Granta de 25 mejores autores de habla hispana menores de 35 años. Escribe como si le fuera la vida en ello, como si no pudiera hacer otra cosa. Escribe y cuenta las cosas con imágenes que no hemos leído antes y que, sin embargo, reconocemos. Te desconcierta pero no cierras el libro, sigues leyendo y te adentras en su mundo. Un mundo duro, destemplado y raro pero conocido. Sus accidentes dan frío, hieren, quizás porque reconoces a las personas que los padecen, también a las que los provocan que a veces son las mismas: «Una vez Pedro se resbaló y se golpeó entera la mandíbula en la esquina de la bañadera. Las botellas de shampoo y crema de enjuage le dieron de lleno en la cabeza. Yo lo miré. Me seguí quemando. Fueron unos quince minutos que duró su dolor. Después se despertó y nos besamos. Estaba mareado. Se perdió mucha agua. Lo premié con un empujón y se volvió a caer. Me llevó consigo. A mí me faltaba cabello. A él, dientes»
Camila Fabbri fue, entre otras muchas cosas, actriz y llegó a ser nominada como actriz revelación en los Premios Cóndor de Plata de Argentina. Ella cuenta que dejó de ser actriz porque no se veía con «la suficiente voz, la suficiente presencia». Bien, escribiendo su presencia es poderosa y única, no hay otra voz como la suya.
Los accidentes es un libro de cuentos en el que puede pasar cualquier cosa en cualquier momento, que viene a ser, más o menos, el significado de accidente. Es un libro perturbador y único. No deberían perdérselo.
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