Mi profesora de inglés no sabía el significado de la palabra desamor y yo no sabía explicárselo. Pensé que desamor es lo que experimenta el que ha sido abandonado pero no me pareció una buena explicación porque a veces no hace falta que exista el abandono, hay desamor también en muchas parejas que están juntas. Y se me ocurrió que este es el peor tipo de desamor porque este no se cura, está siempre ahí, como una cicatriz, como esa grieta que sale en la pared y cada año avanza un poco más. 

Quise explicarle que el desamor va haciendo hueco entre los cuerpos, va cavando una sima en el dormitorio. Si aquel colchón que se hundía en el centro llevaba a los protagonistas de El hombre que hablaba de Octavia de Cádiz a abrazarse cada noche aunque no lo quisieran, el desamor provoca una joroba en el colchón de manera que los que comparten cama no comparten nunca caricias.

El desamor es una crónica para Rosa Montero, es un reportaje sobre la tristeza de las mujeres en un suplemento semanal, es un vasto desierto que se instala en el pecho. El desamor duele, corroe, seca. El desamor es tierra fértil para las novelas y páramo en el que van a morir de sed los enamorados. 

Mi profesora de inglés, que es muy lista, llegó a la conclusión de que en inglés era “heart broken” a pesar de que yo no supe explicarle el significado exacto de la palabra desamor.