Si Gregorio Samsa se transformaba en un escarabajo en La Metamorfosis, de Frank Kafka, la dependienta de una perfumería de alto standing, protagonista de este libro, se transforma en una cerda. Nada más y todo eso.
La autora de Marranadas, Marie Darrieussecq, es traductora y psicoanalista, además de escritora. Nacida en Baiona (sí, la Baiona de aquí al lado), cuenta en una entrevista: «Es un libro sobre la violencia contra las mujeres. Cuando lo escribí vivía en los suburbios de París y me gustaba mucho ir andando al centro de la ciudad: reflexionar, pensar, escribir, de alguna forma, en mi cabeza. Y todo el tiempo me interrumpía algún hombre. Eso ahora se llama acoso callejero, pero en mi tiempo no tenía nombre, así que nosotras no sabíamos qué ocurría en realidad. Sabíamos que la calle era de los hombres. Y eso me enfadaba tanto…».
El libro es un puro símbolo de esa violencia ejercida sobre el cuerpo de una mujer una y otra vez. La cerda aparece en nuestra protagonista, no de la noche a la mañana como el escarabajo de Gregorio Samsa, sino paulatinamente, un día se le encorva la espalda, otro se le deforman las manos… al final es incapaz de ponerse de pie y solo puede andar a cuatro patas. Ella oscila entre ser mujer y ser cerda. Cuanta más violencia ejercen los hombres sobre ella más cerda se vuelve, cuanto más se la violenta más animal se pone.
Marranadas es una parodia, una fábula, una alegoría de cómo la violencia sexual sobre el cuerpo de una mujer va transformándola poco a poco en un animal al que le gusta rebozarse en el fango. El libro se convirtió en best seller en un par de semanas sin ninguna promoción, solo por el efecto del boca a boca, la más potente de todas las operaciones de marketing.
Para mí ha sido un libro difícil de leer, de hecho estuve a punto de dejarlo, pero me pudieron las ganas de saber a dónde iba la historia y cómo terminaba, lo cual es una buena señal en el sentido de la atracción y el interés que la novela suscita.
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