Dijo desdén y dos gotas como cubitos de hielo asomaron a sus ojos. Dijo desdén y por un momento pensó qué palabra tan bonita, también pensó lástima, no sirve para el wordle, tiene seis letras. Él siguió hablando de la distancia y ella puso atención, quería comprender la raíz de su malestar. Dijo hace tiempo y no puede ser y ella no conseguía recordar las palabras que expresaban su tristeza. Intentó encontrar alguna tan rotunda como desdén pero todas habían volado.
Estaban en un bar en el que la gente reía y charlaba a gritos entre cerveza y cerveza. Ella le preguntó algo para que siguiera hablando, para enmascarar el silencio. Hubiera querido ser una diosa y tener una varita mágica con la que devolver la alegría a su cara, o una alfombra voladora con la que aterrizar en Osaka, en aquella torre desde la que vieron atardecer. Hubiera querido tener una máquina del tiempo para volver atrás o quizá ser una científica para implantar un chip en cada uno de ellos, uno de esos que cambian el pasado o los sentimientos o las dos cosas.
El ruido del bar fue aumentando porque era día de pintxo pote y la tarde iba dando paso al anochecer. No necesitaron decir nada para saber que allí ya no había mucho más que hacer. Salieron a la calle, llovía mansamente como había hecho durante todo el día. Tengo aquí la moto dijo él, vale, dijo ella, nos llamamos.
Comentarios
Joder.
Joder, joder.
Apufffff