«-¿Qué incluirías en tu diccionario personal? (…)
Pensé: incluiría una palabra para el hecho de que suelo escribir calol en vez de calor. Qué cosa tan tonta. O una palabra para el hecho de saber cuándo la pasta está perfectamente cocinada sólo con mirarla. Cosas muy tontas y fundamentales. Una palabra para cuando estás perdidamente enamorada de alguien y las dos os dedicáis a deciros bobadas de un modo tan disculpable. Una palabra para el hecho de pronunciar mal ciertas palabras que sólo conoces por haberlas visto escritas, pero que nunca has oído. Una palabra que se refiera a tus canciones favoritas, las que nunca te vas a cansar de escuchar. Una palabra que aluda a la enorme amabilidad de la gente que, sin que nadie la vea, abre las ventanas para liberar a los insectos que quedan atrapados en el interior de las habitaciones. Una palabra para cuando te sorprende algún aspecto de tu físico. Una palabra que se refiera a la manera en que a veces las ideas pueden resultar incomprensibles pero encajan en tu mente como un hueso de aguacate. Una palabra para el curioso y peculiar brillo azulado que tiene la piel que hay entre los dedos.
-¿Y una palabra para el hecho de no salir del armario? -dice Pip.»
El diccionario del mentiroso, de Eley Williams
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