A los 63 años Emma Thompson ha rodado una película en la que aparece desnuda, sin filtros, sin operaciones, sin un cuerpo perfecto. Ole sus narices y un millón de gracias por todo lo que eso supone para muchas mujeres que no somos perfectas ni a los 63 años ni a los 47 ni a los 20.
Les recomiendo vivamente la película porque es deliciosa. Su protagonista, Nancy, es una profesora que ha enviudado recientemente. Ha estado casada 30 años con el mismo hombre y no sabe lo que es un orgasmo. Y decide que quiere saber a qué viene tanto jaleo. Contrata a un gigoló, Leo Grande, con el que quiere experimentar lo que nunca ha hecho ni le han hecho.
Cuando por fin Nancy tiene un orgasmo se mira en el espejo, desnuda, y admira su cuerpo por el placer que le ha proporcionado. Ya no es un cuerpo que, si no es hermoso y tiene las proporciones que están de moda, no merece la pena, ahora es un cuerpo que le ha hecho feliz, es un cuerpo que, sea cual sea su imagen, le permite disfrutar.
Cuando empecé a hacer atletismo, mi cuerpo pasó de valer lo que valía su imagen a valer lo que era capaz de correr. Dejé de mirar mis tetas para apreciar mis pulmones, dejó de importarme la forma de mis piernas para reconocer lo que eran capaces de correr. Toda mi apreciación personal cambió. Agradecía a ese cuerpo que me permitiera recorrer una pista en determinado tiempo, que pudiera subir y bajar cuestas, trepar escaleras o hacer esprints. Creo que solo con el tiempo me he dado cuenta cómo hacer deporte cambió mi forma de estar en el mundo.
No dejen de ver «Good luck to you, Leo Grande», es una maravilla de película y una actuación espectacular.
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