«What bothers you so much about that? It’s their job!, me dijo un día Tom-Tomás y yo ya nada más lo miré con mi mirada de siseráspendejo, porque ni le iba a explicar su fucking racismo, asshole de mierda, ni le iba a explicar el siseráspendejo. Me enoja porque me enoja. Yes butBut nothing, could you shut up? Y se reía. Nunca me pareció más pendejo y más idiota y más gonorrea Tom-Tomás que cuando estuve vagando por los pasillos del aeropuerto de Nueva York. Pero más pendejos éramos Diego y yo: Ay sí, cuando vayamos a Nueva York y cuando compremos nuestros Cake Boss en Nueva Jersey, y cuando comamos auténticas Dunkin´Donuts, y cuando paseemos por Manhattan, y seamos los herederos de JLo o algo, uy, sí, Diego, qué felices, qué bien que la vamos a pasar, lejos de mi mamá y de la nueva vida y de la antigua vida, otra vida, Diego, no en la que nacimos, no en la que tuvimos que estar, no a la que huimos, nuestra vida, la que elegimos nosotros, aquí en Nueva York, comprando cosas, consumiendo cosas, dejando creer a los gringos que sí que son la hostia, que sí que son los más chingones, mira a todos, queriendo vivir en Nueva York, que tiene ratas, que tiene chinches, que tiene plagas de mapaches, que es más caro que Madrid y Barcelona, que es esto y que aquello y que otro, sí Diego qué felices vamos a ser cuando estemos en Nueva York y hablemos inglés con los que hablan inglés, pero también para que no nos digan que nos vayamos a nuestro país y que en este lugar se habla inglés y que nos pongan una cámara de teléfono enfrente, y nos digan que nos vayamos y que nosotros, bien enojados y ofendidos, les digamos oh, sí, fucking redneck, oh, sí, fucking gilipollas, oh, sí, todos nos odiamos, pero qué felices vamos a ser en Nueva York, Diego, y vamos a ir a todos los lugares que quieres conocer porque, por mucho que cantes a Vampire Weekend, ellos no te cantan a ti, ni saben de ti, ni quieren, ni les interesa saber de ti, ni saben que fueron cuatro álbumes, y todas sus canciones, lo único que me dejaste de recuerdo en tu pinche teléfono de mierda. ¡Qué felices que seremos, Diego, en Nueva York! Nada más que yo estaba pensando todo eso sola, llevando a mi hermano a México en una cajita de madera certificada, evaluada y minuciosamente aprobada por las autoridades migratorias, tanto de España como de Niuyor.»

Brenda Navarro: Ceniza en la boca