“El encanto de las listas de “palabras intraducibles” no es que los conceptos sean de verdad intraducibles: si lo fueran, no seríamos capaces de leer esas listas. Su encanto es más bien la novedad de las formulaciones, que sólo resulta aparente cuando se traducen de forma literal, por lo general en cadenas de caracteres y frases extrañas que nuestro propio lenguaje no abarca en una sola “palabra”. Como lo expresó mi marido, no son “traducibles de forma elegante”.
Pensemos en la palabra Schadenfreude. A la comunidad angloparlante le encanta ese término precisamente porque da nombre a una sensación que nos resulta familiar. Aprender esa palabra no nos enseña a sentirla, pero sí, quizá, afila ese sentimiento al subrayar su especificidad: nos hacemos más capaces de reconocerlo (las palabras alemanas compuestas me vuelven loca, porque es inevitable desmontarlas en partes: en este caso, dolor-alegría o daño-placer). Taxonomizar el placer produce un escalofrío de metaplacer, como la capacidad de identificar mariposas y flores silvestres”.
Elisa Gabbert: La Palabra Bonita
Comentarios
Qué interesante parece ese libro, Gemma. Muchas gracias por la cita.
Lo es, Víctor, muy curioso. La autora es muy activa en Twitter, igual te interesa seguirle.
Gracias por la visita.